Es frecuente escuchar que en México se miente hasta para decir la hora. Inventamos la frase de que es mejor una mentira piadosa a una verdad sincera. Miente el esposo, el político, el leguleyo, la señorita, el joven. México es un país en donde la mentira pública no es delito. No existe el perjurio como una figura jurídica que pueda ser atracción principal de la judicatura.
¿Dónde empezamos a engañarnos?
¿Y aún nos lo preguntamos?
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