Muchas son las ocasiones en que hombres públicos, que se supone están académicamente preparados, ideológicamente formados y políticamente experimentados, y que, con suerte, son moralmente íntegros, mudan de opinión sin causa aparente y de forma diametral.
Pueden alegar a su favor que es de sabios cambiar de parecer. Pues, sí, pero hay mudanzas que son particularmente sorprendentes, por su inverosimilitud.Hay 1002 invitados y ningún miembro en línea