Foto 1. Los alumnos elaboran su propio material de producción con material reciclado
Por Karen Yhmoff Vázquez.
En mi incursión en el Sistema Profesional Docente en la Secretaria de Educación Pública, dentro de la alcaldía Iztacalco en la Ciudad de México, identifiqué que la comunidad escolar tenía la curiosidad de conocer otras expresiones artísticas ajenas a su realidad cultural. Al revisar los programas de Artes observé que existía la posibilidad de que el alumnado conociera la música y la danza tradicional del estado de Guerrero.
Al impartir y promover la tradición dancística y musical guerrerense se fomentó la cultura mexicana, los lazos comunitarios, la sana convivencia, el esparcimiento y el reforzamiento de la identidad entre los alumnos de la Secundaria Guadalupe Victoria N° 268.
Foto 2. Las alumnas elaboran su propio vestuario utilizando patrones básicos de costura
A través de la dinámica tradicional del fandango, los alumnos desarrollaron sus habilidades psicomotrices, cognitivas, de coordinación, control de cuerpo, equilibrio, reflejos, control espacial y concentración, además reconocieron emociones durante su participación en una nueva cultura. A su vez, al realizar estas dinámicas de enseñanza en la educación básica se generó un reconocimiento del entorno geográfico del estado de Guerrero, trasladando desde la imaginación a los espacios donde la tradición se transmite de manera oral y generacional.
La intensión de transmitir la tradición del Son Tixtleco fue con la motivación de impartir una clase de artes integral, donde los alumnos fueran capaces de reconocer las dinámicas culturales, no solo desde la danza, sino también desde la música y la plástica.
Foto 3. Los alumnos después de su presentación frente a público del proyecto “Fandango”.
La metodología que se implementó fue, iniciar con el reconocimiento de una Son de Tarima llamado “La costeñita” al mismo tiempo que se explicó la relación de la letra con el entorno del estado de Guerrero; seguido de la base rítmica ternaria que cada uno reproducía en su pupitre, desarrollando las habilidades musicales; después se practicaron las bases dancísticas y la dinámica del baile del Son de Tarina; hasta que se logró un ensamble de canto, música y baile. Después de manejar las bases se montaron sones de imitación como “La iguana”, “El pato” y el “Zopilote” y sones derechos como “Las Abajeñas” y “Los maripositos” hasta reproducir un fandango en el salón de clases.
A partir del confinamiento por COVID – 19 y la curiosidad de algunos alumnos, se vieron con la necesidad de indagar sobre la tradición tixtleca, mismo que provocó que realizaran un fandango virtual en conmemoración de las celebraciones patrias, generando una apropiación y reproducción de una cultura guerrerense.
Foto 4. Los alumnos en el fandango virtual durante el confinamiento.
Mi participación como docente, es fomentar el reconocimiento y la apropiación de la cultura, y con ello proporcionar las herramientas para que en un futuro los alumnos sean capaces de interpretar sus realidades a través de la música y la danza tradicional del Estado de Guerrero.
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